Uf…Qué pesado,
qué pesado, ¿no ves que no me quiero levantaaaaaaar? Papito bonito, 4 palabras:
no… me…quiero… levantar.
Después de una hora (En realidad fueron 3 minutos
aproximadamente) me consiguió levantar.
Me arrastre al salón y desayune, más dormida
que despierta.
Parece que hoy vamos, rápido, ya tenemos práctica. Dos trenzas
a la nena y listo, que Papá ya ha preparado las mochilas con agua fresca.
Así que al c0che
Mientras el mundo avanzaba yo seguía pensando
en la cama.
Me llev é
el libro que me encanta: Harry Potter y el legado maldito: 19 años después la
octava historia. Por el camino me había olvidado de la cama sólo por el libro:
Me encantaba.
También me llevé el móvil para hacer fotos,
para jugar cuando comenzasen las curvas y no marearme leyendo. Como no me
inspiraba para escribir nuestra aventura de hoy, por la tarde le mordí el pelo
a mi padre porque sí.
Y me llegó la inspiración.
Se me hizo un camino ni muy largo ni muy corto.
No sabría decir cuánto duró porque estaba más que distraída con el libro y no
mirando el reloj.
Aparcamos, nos pusimos las mascarillas (yo con
mucha dificultad) y las gorras. En mi cabeza sonaba la melodía de Indiana Jones
(na, na, nana, nanana….).
Lietor es precioso.
Me puse a mirar la fuente
como una boba hasta que llegó el guía turístico (que se llamaba Juan Pedro) y
después de hacer muchas fotos a los edificios y las sombras (para una historia llamada “Cementerio” de la
que he escrito muy poquito y las fotos me van a servir) fuimos a la plaza de Toros que a mí,
sinceramente me parecía una calle más.
A l salir de la plaza subimos por una rampa enorme
en la que yo pensé “vaya subidita” (soy muy fan de kung-fú Panda) hasta la
Ermita. Era preciosa y estaba toda pintada con santos y santas y con los
utensilios que utilizaron para torturarlos (Santa Lucía con sus ojos, por
ejemplo).
También había una santa, que protegía contra la
rabia, y tenía un perrete pequeño que me encantó. Había un balconcito donde las
personas cantan los villancicos en Navidad (Con mi burrito sabanaero, voy
camino de Belen….). También me llamó bastante la atención el balconcito donde
se subía el cura para hablar desde ahí.
También ví un esqueleto que representaba la
muerte que llega a todos por igual con una corona y un papiro que representaban
al rey y al papa, que mueren igual que los pobres.
Salimos de la ermita y agradecí el frecubiri
que me dio.
Como siempre, mirando por las rendijas de las puertas.
Empezamos a bajar y llegamos a una peazo de iglesia preciocisísima en la que me fijé especialmente en una capilla enorme recubierta de oro. Me puse a hacer fotos como una loca, pero mi móvil se quedó sin memoria para las fotos y Papá y Mamá me dejaron los suyos.
Después entramos al museo, aunque la U del cartel parecía una V. Yo me fui directa a la parte marítima, que eran los fósiles y conchas, junto con las caracolas.
Cerca había una enorme colección de
monedas, medallas y objetos personales que donó el pueblo y me pareció muy
bonito porque la mayor parte de ese museo estaba creada entre todos.
También estaba una pequeña parte que hacía referencia a las cosas de iglesia que ya no se usaban.
Había una bonita escalera que me llamaba mucho la atención
porque tenía una cuerda y yo intentaba pasarla pero Papá siempre me pillaba.
Luego el guía nos llevó por la escalera y yo me puse más feliz que si me hubiera llegado la carta de Howgarts. Estaba dedicado una mínima parte a los trajes y lo demás a los trabajos de la época: coser, hacer seda, bordar (el mantel que había era igualito al que hay en la parcela de mi abuela).
Pasamos a una sala donde Papá dijo “cuidado que
un señor te va a mirar” y justo había un maniquí que miraba hacia la puerta y
me pegué un susto que me quedé muda hasta que vi que era una maniquí sentado a
un mesa y quise matar a mi padre. Había más salas que representaban las
habitaciones de una casa y casi me muero de ternura cuando vi que habían puesto
una muñequita en la cunitaaaa.
Encontré una ventanita por cada sala. Las demás
no me llamaron mucho la atención hasta que llegamos a una donde había espadas y
cuchillos y una pistola igualita a la
que tuvo el abuelo de Papá.
Fuimos a un convento que casi no estaba iluminado y un órgano que empezó a tocar solo.
El guía destapó una alfombra, el
guía abrió una trampilla que estaba oculta bajo la alfombra. La abrió y vi una
escoleras que estaban muy negras y me pregunté “¿Quién va a pasar? Porque yo,
no”
Cuando encendió la luz, el órgano seguía
tocando y bajamos por las escaleras y había una sala en la que sólo había unos
cristales en la que se veian…. “Momiaaaas” (Se ve que vivo en una película de
terror y misterio)
Yo habría gritado de felicidad si Papá no me
hubiera dicho Ssh, sssh”.
Me puse a mirarlas todas y encontré una con la
camisa muy bien conservada. Intenté adivinar porqué habían muerto pero ná, ni
una.
Me lo pasé genial mirándolas y me pregunté cómo
se habían conservado tan bien. Bajó Mamá y volví a intentar jugar al juego de
adivinar, pero nada, 0% aciertos. Me lo pasé muy bien mirándolas y después de
un tiempo me obligaron a subir. Yo no quería y protestaba todo el rato, pero me
acabaron subiendo.
Al lado del convento una escalerita bajaba al lavadero. Intenté empujar una puerta de madera para pasar dentro pero estaba cerrada. Dimos una vuelta y encontramos una puerta abierta y había dos filas de piletas, con plantas encima y yo dije “una planta, una pileta, una planta, una pileta…”
Salimos del lavadero y bajamos unas escaleras y
allí encontramos una presa donde yo
quería tirarme para bañarme, refrescarme y pasármelo bien, pero no era el sitio
adecuado.
Al acabar el tour fuimos paseando un poquito por las calles y
Mamá me dio palitos con pipas.
Al final llegamos a nuestro coche y nos
montamos en el coche. ¡¡¡ Qué bendición quitarnos las mascarillas. (La mía se
me enganchó en la coleta)!!!
Nos alejamos de Liétor poco a poco, mientras yo
miraba por la ventanilla. Tenía seguro que volveríamos.